Y, lo que tienes que hacer, lo que tienes que hacer.
Con estas palabras termina «La edad media» (Candaya, 2016), primera novela de Leonardo Cano (Murcia, 1977) en la que relata la historia de elhijodelRana, Fauró y Moya. Compañeros de clase a finales de los 80 en el Bosco, un colegio privado, clasista y cruel todo él en su conjunto, incluyendo tanto a alumnos como a profesores. Con mayor motivo hacia ellos tres por ser el típico «trío al que no podías parar de meterle pescozones.»
Antes de seguir leyendo, dale al play y acompaña tu lectura con la que podría ser la banda sonora de la novela.
Pero el autor no cuenta la típica historia con un principio y un final, lineal, sino que, partiendo de estos tres personajes, sumerge al lector en tres historias diferentes, distantes en el tiempo. Por un lado nos transporta al pasado lejano de los años de adolescencia de esos niños, hasta los 90, momento de finalizar el Insti y empezar la Universidad. En otra historia consigue, de manera sobresaliente, contar a través de sólo conversaciones de chat el porvenir de una relación de pareja a distancia. Y además sumerge a sus lectores en un juzgado para hacernos partícipes del día a día monótono y tedioso de un funcionario interino.
Será al final del libro cuando todas ellas converjan y se crucen para desvelar tramas y relaciones entre personajes en un presente. Un presente que no es el que hubieran deseado muchos de esos chavales, que ven truncadas sus aspiraciones de futuro y sus sueños evaporados; o más bien los de sus padres. Leonardo hace esto de una forma creíble, progresiva, sin entrelazar historias que no cuadren o flaqueen por algún punto.
A lo largo de las vivencias de los tres personajes se puede observar cómo Leonardo Cano combina la narración en prosa con toques poéticos (haciendo uso de una anáfora que se llega a volver hipnótica y necesaria), con el lenguaje llano, rápido y plagado de las típicas faltas ortográficas de un chat además de una narración seca y sin abalorios.
La historia de los niños está narrada en una voz pasada plural como si nos la estuviese contando cualquier otro alumno del Bosco. Predominan las frases cortas pero directas, certeras, dando la información necesaria con las palabras justas. Y algo que es de agradecer, sin andarse con remilgos y llamando a las cosas por su nombre, con el mismo vocabulario que utilizamos en la vida real. Porque algo a destacar es el contenido sexual que hay en la novela, debido a que muchos de sus personajes se valen del sexo para competir, de un modo u otro, y sentirse superiores. Además de ser un tema de deseos confrontados en más de una ocasión.
Y se pasa la mano rápidamente por la vagina y la estampa en el hombro […] dejando un reguero de su cariño, de su esmero. De todo lo que ella es.
Es además en esta historia en la que el autor consigue transportar a sus lectores hasta esos años de colegio e instituto, y lo logra de manera formidable a través de las descripciones detalladas y muy visuales de la ropa y sus marcas. A través de la música, de los libros. A través de los videojuegos o de la comida. Pero si hay algo que el autor expone de manera cruel e implacable es el acoso del que siempre alguien es víctima, así como los roles y estatus en clase.
Si tenemos en cuenta la edad de Leonardo Cano y sacamos cuentas con la de los personajes, la historia del chat podría estar perfectamente ambientada en los años en los que proliferó el Messenger. Y es que está tan bien escrita, que muchos nos podremos ver a nosotros mismos delante del monitor tecleando a altas horas de la madrugada en un tiempo pasado, cuando no existía el Whatsapp. Aquí la historia es la de una relación que pasa de un rollo a algo más serio, a través de visitas de fin de semana una vez al mes. Pero la distancia y el amor no hacen buena pareja. El autor muestra dos personajes muy distintos en este caso, una que valora más el ascender en el trabajo y el dinero mientras que otro le da la importancia a con quién se comparta cualquier cosa, por absurda y pequeña que sea, y no a las cosas en sí y menos por su valor material. De aquí que la elección de prioridades que se puede creer como la correcta, anteponiendo una carrera y un trabajo a lo demás, no tiene por qué serlo.
… soy feliz tan sólo estando con alguien especial, también con una buena película o un libro, con una canción que me gusta, pero lo importante es con quién lo compartes
La tercera historia es la de M, un funcionario interino en el Juzgado nº 8 de lo Civil. En este caso la historia está narrada en presente y en tercera persona mediante una narración limpia y fría, sin adornos, combinada con diálogos. Con ello se consigue que el lector pueda imaginar del modo más verídico el día a día de M en el trabajo; con sus montañas de papeles, sus grapadoras, sus post-it; todo ejecutado de forma robótica y casi ritual.
M baja de casa de sus padres, arranca el coche de sus padres, […] conduce veinte kilómetros hasta la Ciudad de la Justicia, en el coche de sus padres.
Una de las opciones que le quedan a M para paliar su aburrimiento en el trabajo y su desidia en la vida es cotillear por Facebook el devenir de sus compañeros del cole y quedar con antiguas compañeras para follar. Será a través de Facebook como se entere de la cena del 15º aniversario de compañeros del Bosco.
Y con todo esto, Leonardo Cano consigue que el lector devore esta estupenda novela deseoso de saber cuál será el destino de esos personajes que bien podríamos ser muchos de nosotros. Que la vida da muchas vueltas.
Porque tienes que hacer lo que tienes que hacer. Ya que el ser hijo de, el tener enchufes, dinero, una casa enorme, un trabajo con supersueldo y todo lo material que quieras, no te exime de la posibilidad de sentir el fracaso en tus carnes, por mucho que de cara a los demás seas envidiable. Ahora sólo falta saber qué es eso que hay que hacer.